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26 febrero 2007

El Vino es mejor que la Cerveza!!!


Los lujos del final no disimularon una actuación mediocre. Pero qué importa si se gana así y a tamaño rival.
No es la envergadura de Quilmes lo que valoriza esta goleada del Expreso, sino la situación propia y la del oponente.
Grandiosa victoria del Tomba en una tarde inolvidable. De fuego adentro y fuera de la cancha. Con un temperatura que reventó los termómetros y que, a la larga, se vistió de protagonista. Inusual situación que condimentó un partido clave. Decisivo para ambos y terminante.
Porque Quilmes se fue del Malvinas herido de muerte; pensando en otro choque definitorio en 7 días ante Chicago, el otro convidado a la pelea por permanecer.
Para los de Llop, fue toda una exigencia. Porque el Cervecero se mostró mucho más tranquilo y distendido a la hora de manejar el balón. Y con un indomable Diego Torres, dibujó huecos entre los centrales y las alas de la defensa tombina.
Incómodo, el Tomba no se hacía del balón, y sólo arrimaba peligro cuando Poy y Arzuaga se retroalimentaban. Esos encuentros de la dupla atacante levantaban el Malvinas y a la vez confirmaban la endeblez de la defensa liderada por Walter García.
Los cortes para refrescarse, las pelotas detenidas y la cansina labor de Giménez (cada vez dirige desde más lejos), achataban el trámite sin permitirle tomar vuelo. Ráfagas ofensivas ponían al Tomba al frente de los méritos. Un tiro al palo de Arzuaga, centros que no pudieron ser conectados y muy poco más. Fue más trascendente la decisión de González Bordón de irse rápido a las duchas, que cualquier avance mendocino.
La infantil expulsión del lateral condenaría a Quilmes a luchar para no perder. En realidad ése era el libreto que estudiaron los de Fanesi. Y aplicados se fueron al descanso con media tarea hecha.
Quedaba un tiempo para perforar el vallado cervecero.
Todo un tiempo para que Godoy Cruz abriera la cuenta. Era el único que quería algo más que el empate. Y los minutos se fugaban con la ilusión.
Desde el banco los cambios trajeron alguna solución. Vallés ya había puesto dinámica a la banda derecha y Hernán Buján, con su pegada, estiró la cancha por el carril zurdo.
Arriba, Poy y Arzuaga le sacaban el jugo a cada pelota, buscándose corto para descargar de cara al gol.
Grosso tapó, al minuto del complemento, el tanto del desahogo al colombiano y la merecida ventaja no llegaba.
Godoy Cruz no encontraba aquel juego vistoso y asociado pero alertaba al rival en cada avance. Diferencias clave de un modelo a otro, del otro torneo al que se vive hoy. Llegando menos que en 2006, cada situación podía terminar en la red.
Hasta que un centro forzado de Buján encontró a Herbella solo, tan solo que tres compañeros lo marcaban, para desatar la fiesta.
Ni por asomo Quilmes y su incansable Diego Torres podían cantar el empate. Ya no había vuelta atrás. Los de Fanesi llegaron a Mendoza para jugar a la igualdad. Pero ir a buscar empatarlo fue una materia que nunca aprendieron.
Y este Tomba efectivo y pragmático no dudó. En menos de 20 minutos solucionó la ecuación. Y allí sí, llegó el baile. El ole de la tribuna y la algarabía de haber ganado una final más, de las tantas que quedan.

Nota Diario Los Andes (un diario como la gente!!!)

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Funkfarron 5:29 p. m.

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