Funkfarron 2011

Clickea acá y veras un efecto interesante en mi blog!!!!!

Clikeame!!!!

luego apreta F5 para volver a la normalidad

21 septiembre 2009

Con cariño, Papá

Tenía el fin de semana libre y me fui hasta Buenos Aires porque mi hijo me invitó a su casa para jugar un picadito. Hacía rato que no nos veíamos y se quedó tan enojado por no haberme podido ganar la última vez, que le di revancha.

Esta vez, mi pequeño preparó bien el terreno. Además de invitarme a mí, les dijo a unos amigos que conoce hace unos meses que le den una mano. Los vistió de negro, a uno le dio un pito y a los otros dos, unas banderitas de colores para que oficien de jueces de línea y listo. Creía que con eso iba a asegurarse una victoria que me dejara tan contrariado como lo está él ahora.

Ojo que esto yo ya lo sabía (porque en la familia se sabe todo, no??), pero lo dejé tranquilo y me callé. Lo veía tan entusiasmado que no podía negarle la posibilidad de que creyera que con todo a su favor iba a poder ganarme, por fin.

La cuestión es que, pitó el árbitro y me di cuenta que me gusta ganar, aunque mi propio hijo sea el que está enfrente y todos sus amiguitos hayan llenado la cancha para mirarlo. Por un momento no medí las consecuencias y jugué como siempre, sabía que todavía no aprendió a defenderse muy bien y antes de los diez minutos le ganaba 1-0… imagínense como estaba mi bebé!!!

Cuando se terminaba el primer tiempo, uno de sus amigotes recordó que le debía un favor, se apiadó de él y le cobró algo parecido a un gol , aunque normalmente se cobran cuando la pelota pasa la línea del arco, cosa que acá no pasó, pero bueh… era cuestión de que el nene se tranquilizara un poco.

En el segundo tiempo, aprovechó mi habitual modorra para ponerse arriba y saberse capo por un rato. Pero no… otra vez le salió mal. Mi espíritu indomable hizo que me rebelara y lo dejé festejar hasta que faltaban diez minutos. Lo acorralé, no lo dejé pensar y le tiré de un penalazo todos sus aires de grandeza. Terminó ahí?? No… faltaba más.

Se terminaba el partido y me quería mojar la oreja haciéndose el ofensivo, en parte por necio y en parte porque la gente que lo fue a ver le empezó a murmurar. Me tiró un par de patadas (de puro reo, nomás), pero otra vez cometió un error de adolescente. “Qué pena”, le dije, mientras hacía el tercer gol en tiempo de descuento: 3-2 y final.

Lindo domingo pasamos, hijo. Podrías invitarme más seguido a tu casa, y la próxima vez sabrás que hay cosas que no se hacen. Has cometido el peor de tus errores: saberte ganador antes de tiempo. Pero ya aprenderás, por algo soy tu padre y si trabajás duro, para la próxima, hasta podría darte el gustito de dejarme ganar…

Etiquetas: ,

Funkfarron 8:30 p. m.

0 Comments:

Add a comment